domingo, 28 de octubre de 2007

MITOS Y LEYENDAS

Ferratel Mora, explica que el mito puede ser interpretado como “la narración de un acontecimiento que ha tenido lugar en el tiempo primordial, el tiempo fabuloso de los comienzos ... el mito cuenta cómo gracias a las hazañas de los Seres Sobrenaturales, una realidad ha venido a la existencia, sea ésta la realidad total, el Cosmos , o solamente un fragmento: una isla, una especie vegetal, un comportamiento humano. Es, pues, siempre el relato de una creación, se narra de que cierta manera algo que ha sido producido, que ha comenzado a ser. También se puede decir que es una narración, que trata de explicar, recurriendo a la imaginación, hechos que de otra manera, serían inexplicables.

En el mito, los protagonistas son seres con características especiales, sobrenaturales, que poseen fuerza, astucia, inteligencia y poder sobrenatural. Es posible diferenciar el mito de la le leyenda, porque en esta última, a pesar de poder ser un relato ficticio, con elementos incomprensibles, mágicos o sobrenaturales, los que intervienen son hombres.

Podríamos afirmar que el hombre, pierde su independencia y libertad, de acuerdo a lo establecido por el relato mítico, pierde apertura a un espectro de posibles explicaciones o visiones del mundo, solamente concibe una como valedera, la mítica, la sagrada, la sobrenatural, aquella que el creó.En cuanto a los conocimientos adquiridos a través del mito, poseen un valor psicológico muy importante por proporcionar tranquilidad y seguridad ante la adversidad.

Son los postulados inmutables, que en esta área del saber humano se proponen, los que tienen un especial atractivo por liberar al espíritu humano de la evaluación ética, y de la correspondiente toma de decisiones ante los acontecimientos de la vida. Edificados y evaluados por una autoridad moral, no es necesario correr el riesgo de las interpretaciones personales.
Los mitos pueden estar basados o no en hechos reales, y no existe la posibilidad de su comprobación. Cuando el mito es comprobado como verdadero, deja de serlo para convertirse en historia.

Para el Dr. Canal Feijóo resultaría quizá posible, de algún modo, vincular nuestra leyenda a algunos mitos de creación en los que se alude al Diluvio.

El que efectúa una mención de varios mitos de la India, en los que figuran un hermano y una hermana como únicos sobrevivientes de un diluvio, es Lord Raghan y señala que se salvaron al buscar refugio en un árbol. “Los mitos de las tribus de la Malasia son análogos, en uno de ellos, el primer hombre tuvo su origen en el tallo de un bambú gigantesco, y en otro, la luna solamente es creada después del Diluvio”. “Los indios Chiriguanos de Bolivia narran que su tribu, cierto día, fue ahogada por un diluvio, excepto un hermano y una hermana de corta edad, que flotaban sobre el agua sostenidos por una gran hoja, hasta que las aguas se retiraron; de la unión de los dos sobrevivientes proviene toda la tribu”.
Basándose en estos antecedentes, sostiene Canal Feijoo, que prueban “la conexión generalmente aceptada hoy entre el Diluvio, el incesto y la creación”, pretende Lord Raghan reconstruir el sentido real de los ritos de creación, en los que discierne los siguientes elementos: todos suponen un lugar determinado de celebración, indudablemente una colina o una loma señalada por un gran árbol (árbol sagrado); supuesto el Diluvio ( en el rito reaparece por conexión mágica con el mito general), se presentan los dos hermanos “empinados en la copa del árbol sagrado”, en el que quizá habrá “una construcción que representaba un barco” (el arca) y finalmente venía un sacrificio humano” cuya víctima señalada era el hermano. Indudablemente antes del holocausto debía sin duda consumarse (real ó simbólicamente) el rito genesíaco. Es en el esquema hipotético de Lord Raghan, donde cada una de las fases de la celebración, contiene su sentido esencial, y el mito que constituye la historia de ese rito, o su leyenda, “aparece a esa luz perfectamente articulado”.

Lo que verdaderamente interesa encontrar, en los antecedentes etnográficos mencionados y en el esquema hipotético de Lord Raghan, son los datos literalmente coincidentes con los que articula nuestra leyenda, a saber:

  • La intervención de un hermano y una hermana.
  • La presencia de un árbol singular.
  • La desaparición del hermano, que acaso, en algún momento estuvo con su hermana en la cima del árbol. Conjunción ritual, que rememora quizá el primitivo “matrimonio real”, consanguíneo, sagrado.
  • El llamado de la hermana (“Turay, Turay, ... “) que significaba tal vez la busca ritual a cargo de ella.

Al decir de Canal Feijóo: “nuestra leyenda se centra sobre esta apelación y la trasmuta en un lamento desolado”. Interrogándose ¿ Encerraba originariamente la leyenda del Kakuy un mito lunar o un mito de creación ?; ¿ Quién podría afirmar o rechazar de un modo absoluto este supuesto ?, proponiéndose asociaciones y sugestiones y confiriéndole a nuestra leyenda un trasfondo extraordinario.
Bajo estas perspectivas esbozadas reviste gran interés para este estudioso, aceptándola en la forma ingenua de la narración popular y aún de la elocuente trascripción de Ricardo Rojas.
Para aquellos que desearan conceder a la leyenda, la categoría de antiguo mito indígena, dejamos a su cargo la presunción de las desfiguraciones y desviaciones que debieron inferir necesariamente al relato original, los nuevos órdenes de la moral y de la religión que interfirieron en la historia del continente.

La Licenciadas Elsa Danna de Dorado y Adriana Del Vitto, en el artículo de su autoría “El Eterno Presente del Mito: Bacanales y Teleseadas; Ed. Revista Nuevos Caminos; Año 8; Nº 19; Julio de 1.999” señalan que “la existencia de una memoria colectiva, de un inconsciente colectivo, explica el eterno retorno de los mitos, aún en culturas de diferentes cosmovisiones”. Aseveran que, adentrarse en el terreno de lo mítico no resulta fácil y mucho menos enunciar una definición que englobe toda su esencia.

Mitología Santiagueña

Al momento de la llegada de los españoles al Tucumán, Santiago del Estero estaba poblada por numerosas tribus de aborígenes. Como estas culturas no usaban la escritura, se las conoce por su obra, que poco a poco se está redescubriendo y por las narraciones y crónicas de los conquistadores. De la unión de las supersticiones medievales de los españoles y de los mitos de los indios, surge la Mitología de Santiago del Estero, estudiada meticulosamente por el Dr. Orestes Di Lullo.

Se han realizado numerosas recopilaciones de las que se extractan las siguientes:

Deidades de la Mitología Santiagueña

El Toro Supay (El Toro Diablo)
Es representado por un hermoso toro negro, con cuernos de oro. Se lo concibe relacionado con la creencia española, del familiar, un ente diabólico, que mediante un trato secreto protege a una persona, dándole riquezas, bienestar y éxitos. En el campo, estas riquezas están generalmente relacionadas con el ganado vacuno. Todo esto hasta el momento de la muerte, que es cuando el toro viene por lo suya, el alma y la hacienda. Como el ganado vacuno fue introducido por los españoles, el Toro Supay, es un mito importado por los conquistadores españoles.

El Sacháyoj
Es el protector del monte y su fauna. Se cuenta que se presenta en forma de persona o animal. En este caso aparece como presa fácil para el cazador. Si éste comete la imprudencia de perseguirlo se perderá en el monte para siempre. Su nombre quichua está compuesto por Sacha (monte) y el morfema de posesivo –yoj, significa que tiene campo, que es su dueño.

El Pampayoj
Es una variante del Sacháyoj, pero con más poderes que éste. Su nombre quichua está compuesto de Pampa, campo abierto, zona rural y el posesivo –yoj que tiene campo que es su dueño. Se presenta en distintas formas y puede tener trato con una persona a la que protegerá en vida como el Toro Súpay y también como ésta a su muerte le llevará el alma y las riquezas que le dio.

El Ckaparilo
Es una variante del Sacháyoj. Su nombre quichua está compuesto de ckapáriti (gritar) y el morfema adjetivante de aumentativo quichuizado –lo, significa: que tiene mucho, que es gritón. Es protector de la selva y las colmenas, remeda el grito de las aves y de los meleros e imita sus golpes de hacha calando los árboles para extraer su miel. Si el melero comete la imprudencia de seguirlo en la dirección de su grito se perderá en el monte para siempre. Al Ckaparilo nadie lo ve, se lo oye únicamente.

El Tanicu
Es la deidad de la carestía. En el Dpto. Salavina, se lo conmemora con su fiesta el primer domingo de octubre. Su celebración consiste en una reunión donde se come abundante comida, se bebe, se bailan danzas folclóricas regionales y se arrojan para los niños en señal de abundancia, bizcochitos fritos. Este imprescindible ritual se denomina la icha, voz quichua, que significa la derramada. Con esta celebración se asegura la protección del dios durante todo el año. En el Dpto. Atamisqui lo llaman Múchuy (carestía).

La Umita
Es una deidad del monte, nocturna, que a la vera de los caminos rueda en forma de una cabeza de larga y abundante cabellera. Se comenta, que casi nunca se la ve, pero se oyen sus quejidos de acento humano. Nadie le teme pues se sabe que a los viajeros los protege de los malos espíritus. Se cree que es originariamente americana. Su nombre quichua está compuesto de: uma (cabeza) y el diminutivo castellano –ita, por lo cual significaría cabecita.

La Mayu Maman
Sirena de nuestros ríos, cuyo nombre quichua está compuesto de: mayu (río), mama (madre), -n (posesivo: su, de él o ella), lo que se interpreta como, la madre del río. Aparece en forma de una hermosa mujer rubia que peina su cabellera con un peine de oro. Llama a los hombres y si éstos se le acercan los abraza y se hunde con ellos en el agua. Se cree que fue introducida por la conquista española.

La Sachap Maman
Deidad temida, su aparición en el monte, especialmente de noche, produce terror. Se presenta en distintas formas, tanto humanas como de animal. Su nombre quichua está compuesto de: sacha (monte), -p (posesivo de ella), mama (madre), -n (su, de ella), significa: madre del monte.

El Nina Quiru
Cuentan que emite una luz potente que enceguece por lo que nadie puede observarlo, aunque no es peligroso. Se lo supone en forma de ave o de insecto. Su nombre quichua está compuesto de: nina (fuego) y quiru (diente), significa: diente de fuego.

La Salamanca
Es un lugar oculto entre los breñales, de difícil acceso, diabólico, donde el diablo enseña sus artes y acuden los que se inician en la práctica del maleficio o los que van a aprender toda suerte de maña, destreza o habilidad para destacarse en la pelea, en el amor o en el trabajo. Allí se baila, se hace música, se celebran aquelarres (conciliábulo nocturno de brujos) y orgías, a la entrada existe un cristo “cabeza abajo” al que hay que pegar y escupir, mas adelante se ven animales repugnantes y asquerosos: arañas peludas, sapos, escuerzos, víboras etc. Luego de ser sometido a varias pruebas, si el visitante resulta vencedor, puede pedir lo que quiera. Caso contrario se vuelve loco al salir. Se dice que la música sólo deja de sonar cuando alguien se arrima a la cueva y que los animales que pasan cerca se “espantan” y huyen despavoridos.

El Kakuy
Según esta leyenda, una pareja de hermanos vivían solos en el bosque. El hermano varón, le prodigaba a su hermana tanta ternura y cuidado, que nunca se conoció mayor afecto fraterno. Los sentimientos eran tales que incurrían en incesto. Del bosque le traía las mejores frutas, flores, miel, carne de sus animales predilectos y peces. En cambio sólo recibía de ella el trato más cruel. Cansado de tanto tormento, un día la invitó al bosque a comer miel. Cubierta la cabeza con una manta para protegerse de las picaduras de abejas e insectos empezó a trepar ayudada por su hermano. Cuando le hermana se encontraba en lo alto de la copa del árbol, el hermano podó las ramas del árbol y una vez concluida la tarea desapareció. Sola quedó la muchacha. Al ver que no acudía su hermano, llamó. Llamó muchas veces y como no obtuvo respuesta, levantó el manto que la cubría, para recién darse cuenta de su tragedia. Gritó desesperadamente. Solo el eco lejano le contestaba. Pronto la noche cubrió el bosque. Tras horas de agonía y espanto, sus dedos se transformaron en garras curvas, de uñas afiladas, y los brazos en alas. Al tiempo, sin respuesta de su hermano y transformada en pájaro, levantó vuelo. Desde entonces, su canto llama al hermano: “¡KAKUY, TURAY, TURAY!”.

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